Cuando queremos o hemos de prolongar el rato que estamos al sol o si nos toca las horas de más radiación, la melanina no da al abasto y aparece la necesidad de un protector solar. El componente principal de las cremas protectoras son los filtros, que pueden ser físicos (minerales) o químicos (sintéticos). Los primeros son más seguros para la salud que los químicos, que interactúan con nuestra biología y pueden llevar substancias potencialmente peligrosas. Optemos por los primeros.
El factor de protección solar (FPS) de una crema mide la capacidad que tiene para retardar las quemaduras del sol. A mayor cantidad de filtro, más alto el factor de protección. La numeración de los FPS hoy se considera poco adecuada, porqué entre un factor 5 y un 25 hay mucha diferencia y en cambio entre un 30 y un 50 muy poca (vedlo aquí). Por esto se está introduciendo una nueva nomenclatura estándar en todo el mundo: protección baja, media, alta y muy alta. Evitemos que los factores de protección nos confundan.
Las cremas protectoras más aconsejables son las que sólo llevan filtros físicos.
A más factor de protección, más químicos. Un factor 15 filtra el 93% de los rayos UVB y al menos el 30% de los UVA.
mundo científico: Agencia Estatal de Meteorología, Instituto Catalán de Oncología, Servicio Meteorológico de Cataluña, Universidad de Barcelona: Dpto. de Astronomía y Meteorología, Dpto. de Bioquímica y Biología Molecular (biología), Unidad de Biofarmacia y Farmacocinética;
expertos: Xavi Bordàs (dermatólogo), Susana Puig y Josep Malvehy (oncólogos);
libros: Antonio Palomar: La sabiduría de Higea. El poder curativo del cuerpo (Txalaparta 2007);
organizaciones: Asociación Española Contra el Cáncer, Asociación Europea de Organizaciones de Consumidores, Ecocert, Greenpeace, Grønn Hverdag, Organización Mundial de la Salud, Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente, The Soil Association.