LAS CERTIFICACIONES FORESTALES

Extraer madera de los bosques y plantaciones es imprescindible, de forma que se han ido explorando formas de compatibilizar la actividad forestal con la minimización de los impactos. En los años 80 y 90, parte de la industria forestal junto con entidades ecologistas y de derechos humanos impulsaron una gestión más respetuosa y sostenible de los recursos forestales, que derivó en el sistema de certificación forestal FSC (Forest Stewardship Council).

Este sistema otorga un sello a las explotaciones forestales (tanto de bosques secundarios como de plantaciones) que cumplen un conjunto de principios orientados a respetar los derechos, la participación y el bienestar de las poblaciones locales, buscar la máxima sostenibilidad posible y respetar las legislaciones y los acuerdos internacionales (para evitar la tala ilegal, por ejemplo). En la práctica, y en el caso de las plantaciones, esto se traduce en no instalarlas donde haya bosque, disponer corredores para la fauna, dejar que se haga sotobosque y que crezcan otras especies de árboles, minimizar el uso de fitosanitarios... Todo esto implica gestionar la plantación de una manera más compleja que si es un monocultivo intensivo.

El FSC llegó a tener bastante prestigio como sistema riguroso de certificación. Más adelante, en 1999, la industria forestal creó su propio sello certificador, el PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification Schemes),  que tiene un conjunto de principios similar pero más débil que el FSC con respecto a la participación de las poblaciones locales, a la transparencia y a la supervisión por parte de entidades independientes.

Actualmente, ambos sistemas de certificación son puestos en cuestión por entidades ecologistas en distintas partes del mundo. De todos modos, nosotros pensamos que si tenemos que consumir papel virgen es mejor que esté certificado, porque si no, no tenemos ni siquiera una pista para conocer el origen de la madera, y con el sello FSC, porque es de talante más plural y transparente que el PEFC y siguen participando en él entidades ecologistas y de derechos humanos con voluntad de mantener su rigor; por ejemplo, Greenpeace y Ecologistas en Acción han conseguido que se retirara el sello FSC a unas plantaciones de Ence en Galicia que finalmente se ha considerado que no lo merecían.

Actualmente, algunos países de la zona mediterránea certifican sus explotaciones forestales según estos estándares. Por ejemplo España tiene el 0,72% de su superficie forestal certificada con el sello FSC y el 7,29% PEFC; Italia 0,36% FSC y 5,58% PEFC; Francia 0,10% FSC y 32,08% PEFC; Marruecos 0,57% FSC.