CÓMO RECONOCER EL PESCADO MÁS FRESCO
Ojos negros, transparentes, no hundidos.
Agallas rojas y brillantes, no amarronadas.
Los pequeños se tienen que mantener rígidos al cogerlos (con algunas excepciones, como la bacaladilla o la brótola). En los más grandes, pulsando con un dedo, la carne tiene que volver a su sitio sin dejar marca (excepto en el caso del roger o salmonete).
Las escamas tienen que estar bien cogidas a la piel, que no salten fácilmente (excepciones, sardina, boquerón y similares).
Que esté entero. El semicongelado llega sin vísceras.
El marisco, que se mueva (antenas, patas, conchas que se abren y se cierran…).
Olor fresco a mar, no de amoníaco (excepto algunos como la raya, que puede oler de natural).
Escojamos una vez estemos en la pescadería, no nos quedemos con una opción tomada de antemano.